El mundo que nos rodea y nos acompaña se nos presenta de distintas maneras; lo vemos desde diversos puntos de vista y con miradas diferentes. Todo depende de las preguntas que tengamos, de lo que busquemos y de toda una serie de experiencias de vida previas. En el caso de las esferas de piedra, y todo lo que las acompaña, es normal que no exista ni sea válido un sólo punto de vista. Pueden haber muchas maneras de acercarse o de relacionarse a ellas, de sentirlas o inspirarse a partir de ellas.
Sin embargo, hay algo que no tiene que ver con puntos de vista, ni con opiniones, ni con sensaciones o emociones. Es lo que nos dice la «materialidad» de esos objetos. La formas que tienen, el tamaño, el peso, las cicatrices que presentan de cuando fueron esculpidas, las alteraciones provocadas por el uso o por el ambiente al que han estado expuestas, el color de la roca usada para fabricarla. Individualmente, cada esfera habla de ella misma y de quienes la hicieron y usaron y desecharon y volvieron a usar. Hablan también de los lugares dónde han estado, del ambiente donde han vivido y de su salud. No son seres vivos en el sentido biológico; pero sí son material sensible. Por que la materia se transforma y la transforman, y cada transformación deja huella.

En conjunto, podemos ver las diferencias. Ver que unas son más grandes que otras; que unas fueron hechas y trabajadas con mucho cuidado, otras no tanto; que unas fueron hechas en piedra de primera calidad, otras no. En algunos casos las herramientas dejaron huellas profundas; en otros estas huellas fueron borradas por tratamientos de acabado que buscaban afinarlas y conseguir brillo.

Cuando las vemos en un conjunto mayor, junto con otros objetos, conjugadas y relacionadas, podemos saber mucho más. Son múltiples materialidades que hablan de vidas pasadas, de personas que las hicieron y usaron, que las cuidaron, las disfrutaron o que sufrieron por ellas o a causa de ellas. No son objetos sin vida. Tuvieron vida, sentido social, su propia historia e historias compartidas.
Ahora podemos opinar, dar puntos de vista, especular o inventar. No obstante, ahí están los objetos para hablar, para ser interrogados, para responder sobre sus vidas pasadas. En este momentos podemos inventarles un pasado o darles una nueva vida o un nuevo sentido. Pero esto tiene que ver con nosotros y con nuestro tiempo, no con el tiempo pasado.

Quienes nos dedicamos a la Arqueología y a otras ciencias relacionadas con el estudio de las sociedades pasadas nos corresponde hacer las preguntas y responderlas adecuadamente con las posibilidades que nos ofrece la ciencia. Nos corresponde entrevistar y aportar conocimiento. Si este sirve para formar opinión, mejor. Pero ni la opinión ni los puntos de vista pueden ocupar el lugar de lo que dice la investigación científica y metódica. Es a través de ésta, a través del conocimiento experto, como nos acercamos a las sociedades pasadas y a su legado.
2 respuestas a “No todos miramos igual, ni miramos lo mismo, pero ahí hay un sola realidad”
Muy sentidas tus reflexiones Ifigenia, te estás convirtiendo en toda una escritora. Sin embargo no puedo compartir que es solo atreves de la academia como nos podemos acercar a las sociedades pasadas y su legado.
El método científico muchas veces se atasca en sus propios paradigmas y su comunidad siempre está dividida.
En pleno siglo XXI muchos expertos defienden (por ejemplo) el añejo modelo de Bering para explicar el poblamiento de América y cualquier descubrimiento arqueológico que quebrante ese paradigma es desacreditado de inmediato.
El precepto “científico” de que toda civilización se erige en el planeta a partir del año 3000 antes de Cristo, limita o desacredita del todo los descubrimientos hechos en Visoko, Bosnia, el archipiélago de Ryuko, Japón, o los túneles que conectan a Escocia y Turquía, recientemente revelados por el arqueólogo alemán Henrich Kush. Por mencionar tan solo tres polémicos casos.
Por tanto sí considero que las opiniones y diversos puntos de vista deben ocupar un importante lugar en el debate de las culturas antiguas, cuando la llamada “investigación científica y metódica” se atasca en sus propios métodos de investigación.
Me gustaMe gusta
Alberto: respondo hasta hoy porque he estado reflexionando sobre su comentario. Tanto es así que me inspiró la entrada al blog de hoy viernes. Yo entiendo su opinión, pero no la comparto. Entiendo que hay maneras diferentes de abordar una pregunta. Por mi formación siempre apostaré por el uso de una metodología sistemática, científica, por el uso de métodos y técnicas apropiados y por la contrastación de la información. Creo que no hay que confundir la formulación de preguntas con las opiniones. La opinión tiene un sentido valorativo; los puntos de vista cargan con una gran subjetividad. También en la ciencia hay subjetividad, hay errores, hay manipulación y a veces deformación de la información. Sin embargo, la intención última es la objetividad y la búsqueda de respuestas que son el motor de la ciencia.
Si algo tiene fundamento le llegará su momento para la «verdad». Si hay un túnel que conecta Escocia con Turquía o si la entrada de poblaciones desde Asia a través del Estrecho de Bering no es la teoría que explica del todo el poblamiento de América , pues ahí tiene que estar la evidencia. Lo que pasa es que está evidencia sólo puede ser contrastada a través de métodos académicos. No hay más. Lo otro es especulación.
Me gustaMe gusta