Mi amiga Carolina me regaló un libro del gran Gibrán Jalil Gibrán para mi cumpleaños recién celebrado. Hoy domingo me he puesto a leerlo y he encontrado esta pequeña historia:
Cuando salía el sol, la zorra miró su sombra y se dijo «Necesito un camello para la hora de la comida.» Y buscó un camello durante toda la mañana. Llegado el mediodía, tornó a mirar su sombra, y pensó. «Me parece que me conformaría con un ratón.
Mientras lo leía recordé las sombras sobre las esferas de piedra y los amaneceres en Finca 6. Y es que al igual que lo percibió la zorra de la historia, en ciertos amaneceres en Finca 6 observamos nuestras sombras alargadas como si fuéramos gigantes.
Tan largas eran nuestras sombras que medían como 15 metros. Al igual que la zorra pensando en la comida, nuestro almuerzo hubiera requerido una vaca entera.

Hay tantas cosas ocurriendo a nuestro alrededor que ni nos damos cuenta de que ocurren. En el caso de las sombras, conforme el sol va subiendo ellas se van encogiendo hasta casi desaparecer al mediodía, especialmente si es en un día de sol cenital. Por eso la zorra pasó de buscar un camello a conformarse con un ratón.

Aunque no seamos siempre conscientes, el movimiento del sol cambia nuestra percepción de las cosas. Las sombras y la luz son el fondo sobre el que ocurren muchos de estos cambios. Y esto no lo sabía la zorra.

Es bueno saber que la gente indígena que hizo y usó las esferas de piedra precolombinas entendían y gustaban de las sombras y de la luz. Las esferas les ayudaron a entender los cambios en el tiempo. Eran, entre otras cosas, objetos de memoria y de conocimiento. Estos indígenas descubrieron lo que la zorra no sabía en esta historia. Por que ellos sí entendían las sombras y sus movimientos.
Mas sobre esto:
Nota: el libro que me regaló Carolina se llama «El loco y Lágrimas y sonrisas». Biblioteca EDAF, España. 1998.