Sobre un milagro indígena en el Sur de Costa Rica

Me pasa muchas veces. Mi cabeza se va para otro lugar mientras leo, veo una película, escucho una canción, o simplemente mientras camino por la calle. Me pasó hace poco cuando estaba leyendo el libro «Orígenes de la Diócesis de San Isidro del General:  Una historia eclesiástica regional 1522-1954» de Claudio Barrantes. Lo sé … el nombre invita a dejarlo y buscar otras cosas mas interesantes, pero no es cosa del libro- que sí es interesante- sino un breve texto que encontré.

Cuando lo leí inmediatamente vino a mi memoria el libro «Arrancad la semilla, fusilad a los niños» de Kenzaburō Ōe, el gran escritor japonés. La historia de los niños huérfanos, la violencia ejercida contra ellos, su lucha y resistencia me dejó impresionada cuando lo leí hace varios años.  Ahora una nota del período colonial referente al sur de Costa Rica me ha hecho volver a este libro, y mas que a este libro, me ha hecho sentir la desagradable sensación que me provoca la violencia del poder que unos ejercen contra otros.

La nota que encontré, y que Claudio resume, hace referencia a un informe que  el fraile Juan de Dios Campos Diez de la orden de los Observantes envió a Tomás de Acosta, Gobernador de Costa Rica, en 1804. Dice Claudio:

«… aprovechó en febrero de 1804 para quejarse al gobernador de que dos indias de aquel pueblo hacían maleficios y practicaban brujerias, y que una de ellas tenía dos piedras, de la redondez y tamaño de un peso fuerte que cuando las soplaba respondían por los acontecimientos futuros.

El mismo reductor decía que habiendo ido hacia la costa del mar halló varios ídolos de piedra en un lugar llamado Draque, de una y dos varas de altura, y que no descansó hasta dejarlos todos desfigurados, no habiendo podido arrojarlos al mar por su mucho peso” .

Es 1804. Habla del Sur de Costa Rica, de Boruca y sus alrededores, y de la parte norte de la península de Osa, de Drake.

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«Ídolo» de piedra semejante a los que desfiguró el fraile Campos en Drake, según su informe. Estatua precolombina del Diquís, Colección Museo Nacional de Costa Rica. Foto: Diego Matarrita.

Me imagino la escena: un fraile enfurecido en plena selva golpeando, rompiendo, aniquilando, desterrando la idolatría… cumpliendo su deber. Ataca objetos, bautiza gente, erradica malas prácticas mientras recorre un territorio selvatico, hostil, caliente, lluvioso. Es el poder colonial que todavía lucha por dominar y someter a los pueblos indígenas que han logrado sobrevivir al exterminio.

Se nota frustrado. La Iglesia no logra consolidar su obra civilizadora. No es resistencia guerrera; es resistencia cultural. Los indios  se  resisten; se mueren, se escapan, hacen cosas a escondidas. Los religiosos y los administradores coloniales podían romper o desfigurar objetos, podían prohibir, podían imponer y aun así los indígenas sobrevivieron siendo lo que eran, o siendo algo nuevo, pero no lo que el poder colonial quería.

Ahora que lo veo en perspectiva me doy cuenta que en el Sur de Costa Rica ocurrió un milagro. Hay cinco pueblos indígenas que han superado siglos de violencia, de despojo, de negación. Ahí están. Siguen dando la guerra, peleando por sus derechos, re-inventándose y recuperando su historia.

En el largo camino de dolor, muerte y destrucción del proyecto colonial cristiano y civilizatorio ha ocurrido un milagro, y esto hay que celebrarlo.

13 respuestas a “Sobre un milagro indígena en el Sur de Costa Rica”

  1. Comienza como una pequeña y escalofriante historia de destrucción de la cultura del «otro», una historia de fanatismo e incomprensión. Pero termina con un apunte sobre la resistencia, del sobrevivir y «ser» de estos aguerridos grupos indígenas contra la crueldad «benigna» del cura.
    Sí, es una historia triste para un domingo, pero como la contás, Pini, es también un soplo de esperanza, producto del cruce en tu memoria y en tu sensibilidad de una inquietante novela japonesa y un relato histórico tico.
    Sí, hay algo que celebrar, a pesar de todo…

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  2. Pini, me encantó.

    No sólo me trasladaste al lugar de los hechos, sino que pude comprender la intransigencia de la guerra de poderes de entonces. Uno destructivo en su causa y el otro defensivo de su cultura. Ambos hasta morir…

    La luz esperanzadora y realista de tus conclusiones es brillante para un hoy en donde parece que las luchas no llevan a ninguna parte, pues los poderes, el egoísmo y las causas no tienen esa entereza subyugadora para defender con ahínco lo defendible.

    Gracias, linda reflexión para hoy domingo…

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  3. Ayer justo leyendo «El tigre de agua» pensaba lo mismo…En el real milagro que representa que la Alta Talamanca todavía se resista. Es la indómita…
    ¿Conoce usted algo sobre esta cita En 1547, en Los anales sur-americanos, Francisco Pizarro ―el conquistador del Perú― declaró: «Escuché que los altos señores de este imperio [Perú] se reúnen cada cuatro años en el País de las Bolas, donde al parecer reciben consejos de grandes sabios».?

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  4. Esta tarde de domingo veía en canal 9, un reportaje sobre las miserias, las insatisfacciones y la falta de cooperación hacia los Pueblos Indígenas del Pacífico Sur. La lucha continúa, ahora no en contra de la idolatría, pero si contra nuestro poco interés de mostrar a estos Pueblos, nuestro respeto, cariño y especial atención.

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  5. A cuantas cosas que no deseamos, que no se amoldan a nuestra o mi creencia le volamos mazo, somos una cultura de destruir, poco se propone y poco se mejora, sabemos decir no fácilmente, pero proponer, discutir ideas son pocos, sabrá Dios cuantas estatuas, ídolos aún falta por destruir pero el corazón y la actitud no se ha llegado a tocar.

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  6. Y hablando de destrucción, podemos quedarnos en el presente para presenciar lo bestial que puede ser… Hay un nuevo programa de «reality tv», Dig Wars, que fomenta el saqueo de sitios arqueológicos. El programa es tan anti-patrimonio histórico que la presidenta de la American Anthropological Association ha escrito una carta abierta su contra (http://blog.aaanet.org/2013/07/10/dig-wars-reality-tv-show-loots-historical-sites/)
    Esperomos que este programa no encuentre repetidoras fuera del nicho donde se encuentra.

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  7. La historia de la resistencia contra la opresión es la mas olvidada,pero esta allí,recordándonos,terca y permanentemente, la necesidad de lucha por la dignidad humana,que trasciende el tiempo y el espacio ,gracias a los indígenas por su lección de resistencia y dignidad y gracias al autor por rescatar este acontecimiento histórico.

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